Los "Pasos pesados" de una juventud signada por la violencia

Gunter Silva Pasuni, nacido en Lima en el año 1977, vive en Londres en donde ha obtenido una Maestría en Literatura y Creatividad Literaria en la Universidad de Westminster. Hace algunos años publicó Crónicas de Londres, una serie de relatos relacionados con el mundo de la inmigración latinoamericana; y el mes pasado ha aparecido su nuevo libro, esta vez una novela: Pasos Pesados (Myrdle Court Press, Londres, 2016). Tras el lanzamiento de esta nueva obra, hablamos con él para conocer los pormenores de la novela y de su proceso creativo.

- Esta novela pretende ser una especie de memoria (fabulada, claro) del Perú de los ochenta y principios de los noventa – explica -, una forma  de luchar contra el olvido. Y al mismo tiempo, creo que el mensaje que se pretende tiene que ver con las actitudes éticas. Mis recuerdos de esa época en el Perú era la de políticos que cambiaban de un partido a otro, de la terrible corrupción que va desde el policía que te pide tres soles para no ponerte la multa por pasarte un semáforo hasta el político que se enriquece montando negociados con una compañía petrolera, la violencia de todo signo actuando impunemente en las calles. Esta violencia es el trasfondo y el escenario de la novela. Yo dudé mucho al respecto, se han escrito tantas novelas sobre la violencia en el Perú, que dudaba sobre si tenía sentido escribir una más.  Pero alguien me dijo: han salido centenares de libros sobre la Guerra Civil en España, y seguirá siendo un tema. Y pensé, entonces ¿por qué no? Aunque yo quería también restarle un poco de solemnidad al tema, verlo desde un lugar un poco más cercano a los propios personajes, incluso con algo de humor.
Una violencia que está todo el tiempo presente en esta novela, y que termina afectando gravemente a sus personajes, pero que paradójicamente les llega de una manera ajena, como un producto de las circunstancias más que como el producto de una participación consciente. Un entorno que despierta reacciones, pero no pasiones. Y este devenir ciertamente desapasionado, aunque intenso en sucesos, parece ser uno de los ejes que sostiene la estrategia narrativa de Silva.
- Suele decirse que hay tres tipos de novela, la del personaje peleando contra sí mismo, peleando contra los otros, o peleando contra el destino. En cierta forma,  los personajes de esta novela pelean contra el peor enemigo, que es el destino. Un destino que se les impone permanentemente en forma de situaciones que les llegan de su entorno y a las que no pueden eludir. Y esta es la sensación que hemos tenido muchos que éramos jóvenes en el  Perú de entonces, sorprendidos en un fuego cruzado entre la violencia del gobierno y la violencia terrorista. Vivíamos como sonámbulos. En ese tiempo hubo más de 70.000 muertos, una corrupción desenfrenada e impune, una inflación que subía al 300%; y en ese escenario uno vivía como un autómata, como a la deriva. Mi padre siempre me decía: nunca hables de política en la Universidad, nunca sabes quién está detrás de ti. Y es verdad: te podía costar la vida.
Y entonces se impone la  pregunta: ¿es Londres – o la salida, a dónde sea – la única vía de escape para esa juventud?
- Bueno, no necesariamente, son circunstancias propias de cada uno – reflexiona Gunter – Pero lo que sí veo es que si hubo hasta los 60 o 70 una juventud muy crítica, que confiaba en defender sus ideas a cualquier precio y que así podía cambiar el mundo, hoy ya eso no existe más.
¿Cómo se convierte todo este material de la vida real en una obra de ficción?
- Yo llevaba una agenda, más o menos entre los 80 y el 92, que fue cuando Fujimori cierra el Congreso, donde iba apuntando ciertos hechos, y de algún modo esa fue la génesis de esta novela. Pero esos apuntes se perdieron en un viaje al sur de Francia, en el 2004. Así que tuve que empezar de nuevo y confiar en el recuerdo. Pero lo que me había quedado siempre era una situación de 1993, cuando estaba en la Universidad y justo esa tarde me había encontrado con mi enamorada para cortar la relación, y escucho en la mesa de al lado a alguien que cuenta la desaparición de dos de sus profesores. Eso me impactó mucho, y por eso la novela empieza con la muerte del Gato, el profesor de izquierdas. Aunque en realidad empecé el libro hace algo más de tres años. Originalmente tenía más de 300 páginas, pero fui hachando en un lado y otro, hasta que quedó en la novela definitiva, que tiene unas 150 páginas.
La novela se termina, pero luego viene el nuevo calvario: la edición.
- Siempre me he considerado una suerte de “escritor indy” – asegura Gunter -, fuera del circuito de los grandes mecanismos de consagración, de las grandes editoriales comerciales. Pero tuve suerte con la recepción de Crónicas de Londres, que ha tenido muy buenas críticas que ayudaron a su venta. Desgraciadamente, el autor llegado a este punto tiene poco que hacer: la obra se independiza y entra en un circuito en el que los factores que dominan son otros. Hay que confiar en la calidad de la obra, claro, pero no se puede ignorar que hay cuestiones extraliterarias, y hasta de suerte, que definen si el libro va a funcionar o no. Yo espero que Pasos pesados, que es mi primera novela, tengo una buena trayectoria. Ya veremos.

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