Un gesto de irreverencia necesario

Es probable que después de Cervantes y El lazarillo de Tormes, haya sido bastante poco lo que la narrativa española ha dado a la gran literatura universal. Pero sin duda  todo lo contrario ocurre con la poesía creada en aquel país. Desde el Siglo de oro hasta las nuevas generaciones, España no ha parado de producir grandes poetas, y el flujo parece no agotarse nunca.
Sin embargo, también allí la tiranía de la crítica y las modas estéticas juegan su papel paralizante, y por momentos se atraviesan etapas en las que cunde el exceso de “prolijidad” y de conformismo en los ámbitos donde se produce la “consagración” de ciertas escrituras. Y cuando eso ocurre, siempre viene bien que aparezcan autores que se esfuerzan por quitarse las telarañas y provocar los cánones.
Es el caso de este libro editado esforzadamente en la periférica Nerja, y escrito a dúo por Juan Jiménez Caballero y el poeta que se esconde tras el seudónimo de Blocking“Doble cero” ejercita desde un principio ese papel de gesto provocador, no a la manera olímpica de las tradicionales vanguardias, sino lanzando la poesía al ruedo para retorcerla y ponerla en evidencia. Jiménez Caballero, que en sus lecturas públicas suele aparecerse con una loncha de tocino o arrojar sus poemas a los asistentes convertidos en avioncitos de papel, es un especialista en este gesto, en salirse de las convenciones para demostrar que la poesía es también sorpresa, divertimento:
Policías gais.
Curas gais.
Toreros gais.
Periodistas gais.
Carniceros gais.
Lanzadores
de peso gais.
¡Salid todos del armario!
Me dijo anoche,
al oído,
la agobiada polilla.
Una poesía que quiere ser, no un adorno suntuario para privilegiados sino un ingrediente de la vida misma, que nos sale al paso en el sitio y momento más inesperados, y juega con nuestro lado travieso y lúdico. Pero no hay que confundirse: no se trata –solamente – de un mero pasatiempo. Detrás, el gesto poético esconde ese destello que nos hace pensar, parafraseando a Cortázar, que la puerta se ha entreabierto y en esa mínima abertura, aunque sea por un instante, hemos vislumbrado al unicornio.
Pero, si me veis loco, dando gritos de verdad
por la calle,
no me pongáis la camisa de fuerza.
Dadme besos y besos en la boca
hasta que recobre la inconsciencia...

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