Un infierno paradisíaco

(Escribe Juan Toledo)
El ubicuo Jorge Luis Borges decía que ordenar nuestras colecciones de libros ya era un acto de crítica literaria y hace un poco más de un siglo, en 1914, el angloamericano T.S. Eliot explicaba como toda obra literaria presupone un diálogo con los escritores que nos han precedido. Un diálogo o, mejor aún, una pugna por liberarse o superar las influencias de los poetas o novelistas predecederos.Ambas ideas concurren en el caso de la obra del colombiano Tomás Gonzáles, cuya primera novela Primero estaba el mar ha sido publicada por la prestigiosa Pushkin Press bajo el título In the Beginning Was the Sea. Y concurren porque primero se hace crítica literaria también por omisión, ignorancia u olvido; y segundo porque a pesar de la reticencia de su autor en aceptarlo, la literatura de Tomás Gonzáles puede verse como una respuesta directa a cómo se debe escribir en Colombia después de García Márquez y esa vorágine literaria que fue el Realismo Mágico.

Y se hace critica literaria por omisión porque Gonzáles es uno los mayores secretos a voces de la actual literatura latinoamericana ya que aún en su propio país sigue siendo un tanto desconocido a pesar de la indiscutible calidad literaria de lo que ya ha publicado. Lo suyo no es la gran literatura épica, desbordante y simbólica que produjo el Boom, ni tampoco la tan común novela histórica de nuestros días. No, en los relatos de Gonzáles la ética y la moral implicitas en la vida de todo individuo están presentes en el transfondo de las historias de personajes ordinarios enfrentados a lo cotidianamente extraordinario que es vivir. 
In The Beginning Was The Sea es la historia real de J y Elena, pareja de románticos en igual medidad cínicos y hedonistas quienes deciden abandonar sus frívolas reuniones metropolitanas regadas de seudo-intelectualismo, alcohol y narcóticos en Medellín -la segunda ciudad de Colombia- para comprar una finca improductiva en la zona del golfo de Uraba en la costa del Mar Caribe, no lejos del Canal de Panamá.   
No así, la vida bajo un sol casi siempre radiante, entre árboles de mango y con playas blancas y arenosas empieza a presentarseles como un pequeño infierno paradisíaco lleno de ansiedades, desconfianzas, prejuicios atávicos y pequeñas pero repetitivas derrotas cotidianas. Muy pronto queda claro que ni J ni Elena tienen una idea clara de como hacer que sus planes de nueva vida no se metamorfoseen en una letanía de desaciertos. 
J, a diferencia de su compañera, trata de establecer una relación amigable y duradera con los vecinos y sus trabajadores. No obstante su relación con Elena se va magrando poco a poco por el desprecio y la desconfianza que ella siente por la gente del lugar, que se hace pateticamente cuando tras un viaje de negocios que J tiene que hacer a la ciudad, éste regresa para encontrarse con una cerca que Elena ha mandado a construir alrededor de la finca para mantener alejados a los vecinos que utilizan los predios de la propiedad para acortar camino en su ruta al pueblo en busca de viveres y también a los curiosos que no pueden contenerse de mirar no poco atónitos a una mujer blanca y citadina bañándose en el mar. 
In The Beginning was The Sea expone el costo personal y social de las comunidades donde la desconfianza, las diferencias de clase, el lucro y la injusticia aún prevalecen. Es un recuento muy personal y dolido del propio autor cuyo hermano fue asesinado en esa región de Colombia a finales de la década de los 70. Pero lo estremecedor de la prosa de Gonzáles es el tono desapegado, sin sentimentalismos y sin adornos adjetivales o adverbiales que lo alejen del propósito de contar una historia de la forma más directa y sencilla posible. Hay una callada pasión que la lectura de esta libro planta en todos nosotros y que permanece días y semanas después de haberlo leído. 
Y es porque el personaje central, J, asume su destino de manera cabal -al igual que lo hacen los personajes de las otras novelas de Gonzáles- aceptando su sino sin Dios y alejado e ignorado por el Estado. Hay algo de filosofía Zen y budismo, que el mismo Gonzáles practica, en la forma como J no pierde su integridad personal y es capaz de seguir contemplando la belleza de la gente y su entorno natural aún cuando se está enfrentando cara a cara al fracaso y sus sueños ya empiezan a desvanecersen rápidamente. 
Publicada inicialmente con la financiación de un club nocturno de Bogotá, Primero estaba el mar ahora llega a los lectores ingleses por manos una de las editoriales más respetadas en el mundo de habla inglesa, la heroíca Pushkin Press.  Y quizá por sólo ese hecho el destino final de este libro puede que llegue a ser mucho más feliz que el de su protagonista. 
Escúche la entrevista exclusiva del programa radial de Artefacto a Tomás Gonzáles 

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