Un vanguardista actuando sobre los espacios públicos

Patricio Forrester es argentino, nacido en el barrio de San Isidro, de familia de origen inglés. La mayor parte de su formación como artista plástico se realizó en Buenos Aires, con maestros tales como Kenneth Kemble (al que él reconoce como quién le enseñó a mirar), Luis Felipe NoéLuis Beneditt y otros.  La Escuela Prilidiano Pueyrredón  lo acercó al arte político. Viajó en 1989 a Nueva York para –según su propia expresión – “ vivir de manera azarosa esa sensación de ser un artista entre artistas”. A principios de los 90 volvió para integrarse al ámbito artístico de Buenos Aires, hasta que sintió la necesidad de encontrar un ambiente más desafiante, y en 1995 se vino a estudiar en el Goldsmiths College, una verdadera “caldera” del ambiente artístico inglés de donde salieron artistas como Damian HirstTracy Amin o Sarah Lucas a quien Forrester llegó a tratar personalmente, y fue donde encontró esa necesidad que actualmente preside su creación de ser un artista “que está en la calle”. No sólo de ejecutar  su arte en espacios públicos y punto, aclara, sino recibir la respuesta de la gente, y sobre todo involucrar a la gente para que decida qué arte es lo que quiere para sus espacios colectivos.
Su expresión plástica es difícil de clasificar, y responde a una de las tendencias predominantes en el arte moderno, la de la intervención artística en espacios públicos. Ha fundado el grupo Artmongers, que viene a ser algo así (neologismo mediante) como “ los que generan arte” (aunque su acepción más directa sería “los que venden arte”), significación que defiende el propio artista como una herencia del lenguaje vikingo incorporado al inglés. “Es la idea de que un artista no está en los museos o las galerías, es alguien que está en la calle, que está generando arte constantemente, como el ferretero o el carpintero”, explica. Sus últimas “intervenciones” las ha realizado en lugares tan disímiles  como Salta (Argentina) o un campamento de refugiados sirios en Jordania; pero incontables espacios y edificios públicos de su propio barrio londinense de Lewisham son testimonio de sus conceptos creativos.
Aunque tampoco descarta la significación más usual de su neologismo identificativo. “Los artistas tenemos un tabú con respecto al dinero, parece que los artistas no tocamos el dinero porque así nos ensuciamos, nos envilecemos, y hay que romper ese mito absurdo y demostrar que el artista es un trabajador como otros, y tenemos los mismos problemas: de qué vivir, con qué pagar el alquiler y la cuenta de la luz... Ese sería la idea del ‘mongering’ que usamos”.
¿Cómo caracterizaría Forrester su trabajo artístico?  “No lo clasificaría – bromea – pero en todo caso iría mas por el lado del ‘arte público’ o el ‘public engagement’, o sea una forma de involucrar a las personas para divertirnos juntos en los espacios públicos quitándole esa decisión a los burócratas que son los que deciden cómo se utilizan esos espacios que son de todos. Pretendo actuar sobre los espacios públicos para producir ‘mejoras tangenciales’ que permitan que la gente pueda disfrutar de ellos de manera más auténtica. Podría decirse que lo mío cae dentro de la tradición del situacionismo y el punk, aunque la verdad es que llegué hasta allí no deliberadamente, sino casi sin darme cuenta, por puro impulso y no por una especulación estética racional.  Yo por ejemplo en un tiempo pintaba ropa y me la ponía y salía a los museos y a las galerías con eso, llevaba arte puesto a los sitios donde el  arte es estático. Eso producía en sí mismo una transformación del espacio. Una vez me contó la directora del Museo Pompidou, que se estaba divirtiendo porque los de seguridad querían echarme, porque percibían que lo mío estaba transgrediendo algo, pero no podían hacerlo porque no encontraban, realmente, qué podían aducir para echarme, siempre jugaba en esos límites. Fue mi manera también de acercarme al espacio artístico de Londres, hacer un nexo de contacto entre el  uso del espacio público y las decisiones privadas como son las de la vestimenta”.
De acciones tan privadas como las de la vestimenta, pasó a otras acciones – como son las intervenciones en los espacios públicos- que suelen involucrar una relación con las instituciones. En ese momento fundó su compañía, y se les presentó el problema de cómo responder artísticamente, dar una solución creativa a necesidades específicas, y eso los obligó a investigar nuevas formas de actuar, y además la necesidad de “dar la cara”, de enfrentarse al éxito o fracaso de esas soluciones en relación con los propios involucrados. “Es lo contrario de lo que hace Bansky – ejemplifica -, que hace lo suyo y se pira, ni siquiera da la cara. Nosotros hacemos algo y estamos allí para recibir los resultados, para interactuar con el destinatario de la obra. Tenemos una responsabilidad, y la asumimos de cara a la gente”. En ese sentido, asegura Forrester, “no intentamos imponerle nuestra narrativa al espacio, por el contrario tratamos de descubrir cómo reinterpretarlo a partir de su realidad, pensar cuál es la intervención que el mismo espacio está como requiriendo”.
Quienes quieran conocer más a fondo a este singular artista argentino radicado en Londres, muy pronto editaremos la entrevista completa en el programa El Ojo de la Cultura de ZTR Radio; y también pueden acercarse a su obra a través de la página web http://artmongersaction.org/patricio

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