Videocreaciòn y artes plásticas en Peckham

Una tortuosa relación entre un hombre afectivamente conflictuado y que se considera a sí mismo un monstruo y su psicoanalista, es el hilo argumental de un trabajo videográfico de alto nivel, donde a través de alrededor de quince minutos las imágenes desarrollan un  juego vertiginoso y sugerente de fuerte contenido experimental. El corto se proyectó el pasado viernes 10 de julio en el CLF Art Café del barrio de Peckham en el marco de una muestra artística de varios autores que –por desgracia- sólo permaneció el día mismo de la exhibición. La creación es obra del joven videoartista argentino José María Martinelli, y está filmada en idioma inglés (algunas partes están habladas en español con subtítulos), aunque su autor ya ha prometido una segunda versión con subtítulos en español a la que se podrá acceder on-line.

“Monstruo and Joy” es la cuarta obra exhibida en Londres por Martinelli, cuya creación artística se manifiesta a través del formato video, a través del género experimental, ficción o documental, la cuales se pueden ver online o en las propias exhibiciones. Su anterior trabajo presentado en Londres fue “La TV nuestra de cada día”, que se estrenó  el pasado mes de noviembre en The Things We Love, un singular negocio de bicicletas vintage y galería de arte en la zona de Hoxton.

A invitación del videocreador, otros artistas plásticos se sumaron a la muestra con sus propias creaciones. Además de oír algunas canciones que amenizaron la tarde-noche, el italiano Stefano Fantuzzi expuso una inquietante serie fotográfica centrada en el desnudo femenino, hubo más fotos y grabados de Matías Ellero, una escultura en cerámica de Diego Vidal y una mini-instalación de la artista plástica argentina Irma Pellegrini.

Hay que decir, como dato singular, que el amplio movimiento artístico que circula casi clandestinamente en reductos como el que albergó la presentación del pasado viernes, es mucho más rico y creativo de lo que a veces se supone, y ofrece una alternativa importante –sobre todo- para nuevos creadores que no han logrado –por discriminación o por elección propia- penetrar en el cerrado (y siempre manipulado) circuito de las grandes galerías y salones de marca. Bienvenidos sean por tanto estos espacios donde aún la creatividad no usa corsé.